TEXTO DE LA ALOCUCIÓN:
Hoy haré una excepción. No acostumbro utilizar estos espacios en Media
Hora Previa para tratar temas de carácter nacional, puesto que entiendo que no
es para esto para lo que la ciudadanía me eligió. Las funciones del Edil, supuestamente harto
conocidas por todos nosotros, son primordialmente las de legislar y controlar,
ciñéndonos a aquellas cosas en las que podemos tener algo de injerencia. Sin embargo, de un tiempo a esta parte viene
sido difícil mantenerse impasible ante comentarios que se suelen emitir
livianamente en todos los ámbitos, manejando una información sesgada y haciendo
oídos sordos a las explicaciones que están a disposición de quienes quieran
escucharlas o leerlas. Concretamente me
refiero al tan mencionado tema que envuelve a la empresa Ancap. Realmente es
una pena que escuchemos expresiones antojadizas, que no suelen analizar el tema
en su totalidad, con toda la complejidad que el mismo tiene. Sería necesario, para ello, partir del
momento en que el primer gobierno frenteamplista toma la conducción de la
empresa. Por aquel entonces, se trataba
de una empresa prestes a ser liquidada, pues no debemos olvidar que por algo se
la pretendió vender y que fue finalmente el voto soberano de la ciudadanía,
quien lo impidió. A lo largo de muchos
meses hemos escuchado cosas tales como que la empresa había pautado
publicitariamente con una emisora radial inexistente. Se lo dijo hasta el cansancio y aun cuando a
la comisión investigadora llegaron documentos que demostraban que la emisora se
encontraba funcionando al momento de la pauta, se siguió repitiendo una y mil
veces esa mentira.
Se dice una y mil veces, que habían sido
irresponsables los manejos financieros e innecesarios los planes de inversión
hechos por Ancap. Pero lo que no se dice
es que tales planes fueron aprobados y defendidos por la totalidad del
directorio de la época, incluida la Contadora Elena Baldoira, designada para
tales efectos en representación del Partido Nacional; es obvio, la Contadora es
técnica, no dirigente política. Aquel
directorio, con Elena Baldoira incluida, reconocía que de no haberse hecho las
inversiones que se hicieron, habría partes de la empresa, incluso algunas,
estratégicas por lo que representan para la soberanía nacional, que serían
inviables, como por ejemplo, la refinería de La Teja. Planta ésta, que de no haberse construido la
planta desulfurizadora, hubiera tenido que cerrar, con todo el problema
financiero y sobre todo social que ello hubiera acarreado. A propósito de la
planta desulfurizadora, se sigue diciendo que costó 420 millones de dólares,
cuando su costo estimado era de 80. Pero
no se dice la totalidad de la información.
Y la totalidad de la información es que esa cifra de 80 millones de
dólares fue la estimativa hecha en los inicios de los años 90. Por supuesto tampoco se dice que ya en el
2003, gobierno de Jorge Batlle, se estimaba su costo en 110 millones. O que en
el 2010 el costo estimado era de 360 millones de dólares. Ahora sabemos que costó 420. ¿Y de qué nos sorprendemos? ¿O es que acaso
no sabemos que a lo largo del tiempo el precio del hierro y de los materiales
de construcción suben, no dependiendo de políticas económicas internas, sino
que dependen de costos internacionales? ¿O es que no acabamos de votar un
presupuesto quinquenal departamental que no se atrevió siquiera a estimar el
costo de las obras previstas, por miedo a errarle en los montos finales?
Pero bueno, de todo esto, lo mejor será esperar el
dictamen final de la justicia respecto de las voluminosas carpetas que
presentaran los hombres de las gabardinas, en representación de los cuatro
partidos de la oposición, carpetas
éstas, que luego de cuatro meses de concluidas las tareas de la comisión investigadora,
fueron entregadas sin un solo papel más, pues a lo largo de cuatro meses no
pudieron encontrar un solo elemento más, lo que hace sospechar de tan largo
lapso para hacer la presentación de la documentación ante la justicia. Tal vez fuera porque algunos de ellos estaban
ocupados en atender sus negocios en empresas fantasmas de Panamá. A própósito de empresas panameñas, entre los
honorables nombres de sus titulares que circulan, no recuerdo haber leído el de
ningún alto dirigente frenteamplista. No
escupo para arriba, porque como sabemos, el hombre es corruptible y ningún
partido está exento de esa posibilidad, pero al menos por ahora, tal como
sucediera en el affaire gastos de representación de esta junta, sigue siendo un
gran orgullo representar al Frente Amplio.
Sr. Presidente, finalmente, no pido que mis palabras
pasen a ningún senador, diputado o dirigente nacional, puesto que tengo la
satisfacción de no tener que rendirle cuentas a nadie más que a quienes me
votaron. Y estos se enterarán por la
prensa, sin necesidad que yo lo pida, puesto que para eso está la oficina de
comunicaciones de esta casa.