Acabamos
de vivir un fin de semana que se recordará como de los más dolorosos que se tenga
memoria en nuestro departamento de Rivera. Comenzando con la noticia de un siniestro de
tránsito con un ómnibus de una empresa local que se dirigía hacia nuestra
ciudad, proveniente de la capital del país, del que se supo casi en forma
inmediata que dejaba un saldo de al menos dos personas fallecidas, que
finalmente se confirmó serían tres. Hasta
la confirmación de las identidades, el corazón estuvo en la boca de cada
integrante de la comunidad riverense, puesto que era más que probable que
alguna de las víctimas fatales o de los heridos graves, pudiera ser parte de
nuestra colectividad. Finalmente no fue
así; sin embargo, fueron varios los
heridos riverenses, aunque al parecer, presentando lesiones de escasa entidad. Igualmente es obvio que debemos lamentar la pérdida
de las vidas de dos señoras y una niña tacuaremboenses, aunque seríamos
hipócritas si no asumiéramos que resultó de cierto alivio egoísta, saber que
entre las víctimas fatales no había riverenses. De cualquier forma, así, con ese sinsabor,
comenzaba el trágico fin de semana de nuestra ciudad.
El domingo,
estando en la capital del país, me enteré por el mensaje de texto de una amiga,
que algo terrible había sucedido en Rivera y que al parecer, el hecho involucraba
a personas vinculadas al centro educativo al que asisto. Inmediatamente me comuniqué con un amigo
periodista, quien me puso al tanto de las primeras noticias que comenzaban a
conocerse al respecto. No es necesario
decir que me refiero al triple homicidio que tuviera como víctimas fatales a
una pareja de docentes y a su pequeño hijo.
Desde
ese momento y hasta mi retorno de horas después a la ciudad, pude escuchar
versiones de las más variadas. Ciertamente
la mayoría de ellas, quien pueda estar leyendo estas líneas, también las habrá
podido escuchar. Y desde la mañana misma
del lunes, en los medios informativos se podía apreciar la intención de
manejarse con prudencia respecto al tema.
Con algunas excepciones, como la del comunicador que por algunos
instantes dejó mudos a sus compañeros de tareas, al alegremente manejar alguna
información que hasta ese momento, se desconocía y que con posterioridad no se
volvió a manifestar en ningún medio. Pero en esta oportunidad, la prensa que
tantas veces solemos cuestionar, en términos generales fue muy cauta.
Ahora
bien, la acumulación de cuestionamientos que desde distintos ámbitos se le
hacen permanentemente a la justicia de nuestro país, sumado a las infelices
expresiones de un legislador, que subliminalmente indujeron a pensar que el
sangriento hecho pudiera haber estado vinculado con temas que hoy están
planteados en la agenda legislativa, política e informativa de nuestro país,
más la información brindada irresponsablemente por el comunicador, surtieron su
efecto. Por la tarde, frente a la sede
judicial, un grupo de estudiantes acompañados por docentes adultos, exigía una
rápida dilucidación del asunto, al grito de “justicia”. Más que eso, antes mismo que el magistrado tomara
declaraciones a las personas que por aquellos momentos se encontraban demoradas,
la muchedumbre sancionaba su veredicto, al grito de “asesinos”.
Que el
caso resulta extremadamente doloroso por una serie de razones, no hay como
dudarlo. Los docentes gozaban de la
estima de sus compañeros y alumnos, a tal punto que en mi propia familia tengo
a alguien que se siente por demás acongojada por la pérdida de quien hubiera
sido una de sus docentes más apreciadas.
Ni que hablar de la indignación que provoca el hecho de que se le
hubiera quitado la vida a un niño de tan corta edad. Pero al mismo tiempo debemos reflexionar y
preguntarnos si no será el momento de que bajemos un cambio, reflexionemos, y
pongamos “algo más”, de lo que hoy estamos poniendo como ciudadanos. Esta mañana escuché al Magistrado que tiene a
su cargo la investigación, decir que considera que ha habido falta de
compromiso por parte de algunas de las personas interrogadas y que no procesará
a nadie, basándose en rumores que se manejan en los corrillos de los centros
educativos. Absolutamente correcto por
parte del Doctor Seijas. Y eso es lo que debieran entender las personas que se
agolparon a las puertas del palacio de justicia. Y no me refiero a los jóvenes
adolescentes, a quienes justifico por su voluntad de exigir que las cosas se
hagan bien; me refiero a aquellos
docentes, como a la que también tuve oportunidad de escuchar por la mañana, que
muy suelta de cuerpo manifestaba que exigía justicia, a la vez que cuestionaba
antecedentes en la materia, sin especificar a cuáles se refería. A todas luces, parece una actitud profundamente
equivocada, por parte de alguien que desde su rol de educador, tiene la
responsabilidad de inculcar a los jóvenes, el respeto a las instituciones. Al menos mientras las actuaciones judiciales
se están procesando.
Por la
noche, en el centro educativo al que asisto, todo era desconcierto. Los estudiantes que conocen a quien ayer era
acusado por los manifestantes al grito de “asesino”, no dan crédito a esas
versiones. Algún docente, colega del
sospechado, con quien he tenido la
posibilidad de dialogar, me manifestaba lo mismo.
Hasta
ahora todo es incertidumbre y especulación. Pero si de algo estoy absolutamente
seguro, es que la actuación judicial se está haciendo de la mejor manera
posible, porque se han tomado todos los recaudos para que ello sea así.
Quienes
conocieron a los fallecidos, deberán con el pasar de las horas y los días,
aceptar los hechos con resignación. Aquellos
que ayer inducían a jóvenes a gritar improperios, deberán hacerse la
autocrítica y admitir que cuando se tiene responsabilidad frente a
adolescentes, es necesario actuar con prudencia.
Y todos
nosotros, integrantes de la comunidad riverense, tan conmocionada con el hecho,
deberemos aceptar el dictamen judicial final, cuando éste se produzca.
Finalmente,
no podría terminar esta nota sin dejar a familiares, amigos y a todos quienes
conocieron y apreciaban a Zully, a Fernando y a Inti, las condolencias del caso.-
"del comunicador que por algunos instantes dejó mudos a sus compañeros de tareas, al alegremente manejar alguna información que hasta ese momento, se desconocía y que con posterioridad no se volvió a manifestar en ningún medio" TOTALMENTE DE ACUERDO CON TODO, EXCEPTO CON ESE PEDACITO QUE NO TENGO IDEA DE QUÉ SE TRATA!!
ResponderEliminarMargarita Peláez