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Por estas horas se cumplen 35 años de aquella gesta
histórica en la que el pueblo uruguayo supo enfrentarse y asestarle una
bofetada ejemplarizante a la dictadura cívico militar que desde 1973 y hasta
1985 usurpó el poder en nuestro país.
Contra toda la propaganda oficial, que llenaba espacios radiales,
escritos y televisivos, la resistencia supo hacer uso de la inteligencia e
inventiva que aquellos oscuros personajes no supieron tener. Aun cuando en aquella época era yo muy joven,
recuerdo la propaganda oficial, llena de niños con impecables guardapolvos
blancos y la consigna “ponele el hombro al Uruguay”, repetida hasta el hartazgo
en la única señal televisiva uruguaya que en Rivera teníamos a disposición. No
recuerdo haber visto ni una sola propaganda por el NO, a pesar de que no estaba
formalmente prohibida. La ciudadanía no
era tonta; sabía a lo que se exponía en aquella terrible y tristemente
recordada época de nuestro país y la región.
Para hacer frente a toda aquella parafernalia
mediática ante la cual casi no había oposición visible, el pueblo se las
ingeniaba para pasar el mensaje de boca en boca, a través de volantes,
canciones y mensajes subliminales como por ejemplo encender el limpiaparabrisas
de los vehículos en días soleados, apenas para simbolizar un rotundo “no”.
No era nueva la utilización de tales mensajes; desde
los comienzos mismos de la dictadura hubo que inventar estrategias para burlar
la dura censura y evitar al máximo los riesgos que ello conllevaba. Ya en 1973, Ruben Castillo, conduciendo un
programa en Radio Sarandí, para no leer la convocatoria a una marcha de repudio
a la dictadura, leía una y otra vez el poema de García Lorca “Llanto por la
muerte de Ignacio Sánchez Mejía”, en el que se repetía constantemente la frase
“a las cinco de la tarde”. La corta
inteligencia de los usurpadores jamás lo entendió, pero la ciudadanía asimiló
perfectamente el mensaje y estuvo presente en el acto anti gubernamental.
Finalmente, aquel 30 de noviembre de 1980, el 57% de
los sufragios se opuso a la reforma propuesta por los usurpadores, que
pretendían perpetuarse en el poder, mientras que un 43% aceptaba la
propuesta. Fueron ocho, de los diecinueve
departamentos, donde la dictadura logró que su propuesta triunfara: Treinta y
Tres, Rocha, Lavalleja, Soriano, Flores, Tacuarembó, Artigas e infelizmente, también
Rivera fue uno de ellos. Y hoy, pasados
tantos años, cabe preguntarse dónde están los dirigentes aquellos que
permitieron tan vergonzantes números. Se
sabe que muchos ya no están entre nosotros.
Sin embargo, ciertamente muchos de los que hoy se dicen demócratas
fueron cómplices de los usurpadores.
Pareciera que a todos ellos les ha dado un súbito
ataque de moralidad y de toma de consciencia, que les ha hecho borrar con el
codo lo que escribieron con la mano. Con
la misma mano que les hizo ensobrar el SI en la época.
Consejeros de estado de aquellos tiempos, que no eran
otra cosa que monigotes de la dictadura, que hacían las veces de falso órgano
legislativo, nos dejaron como legado a algunos descendientes, a los que
infelizmente debemos soportar hasta nuestros tiempos, diciéndose paladines de
la democracia. Cosas que pasan, pues
Rivera siempre ha sido así. Decía
Cabrerita que Rivera es así y yo digo que de no cambiar en algún momento la mentalidad
de nuestro pueblo, Rivera infelizmente seguirá siendo así.
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