jueves, 8 de agosto de 2013

UN PLATO INDIGESTO


                Finalmente, en la noche del pasado miércoles 7 de agosto, fue emitida la promocionada edición del programa “Santo y Seña”, que conduce el periodista Ignacio Álvarez, en la que se puso en evidencia una realidad que desde hace años, en lo personal, cuestiono:  el instrumento del “pase en comisión” que fuera creado con el propósito de optimizar los recursos humanos y financieros de los organismos del Estado, al permitir que personal dependiente de alguno de los muchos órganos que lo componen, pudieran desempeñar funciones en otro, a solicitud de este último.

 El tema, tal como fue pensado en su momento, obedece a  un noble propósito, puesto que se apuntaba en un principio, a no generar gastos innecesarios.  A esta altura, no creo que haya alguien que no sepa en qué consiste, pero por las dudas aclaremos:  si un organismo,  un legislador, o el propio Presidente de la República, desean contar con los servicios de una persona idónea, o con determinadas habilidades para alguna función específica, que reviste funciones como funcionario público, puede solicitar el pase de este funcionario.  De ser aprobado, el mismo pasa a desempeñar tareas con quien lo ha solicitado, pero su remuneración continúa siendo abonada por el organismo de origen.  No hay (teóricamente) doble remuneración.   Y por lo general, esta posibilidad es muy bien utilizada, porque hay centenas, o tal vez miles de casos, en los que funcionarios que gozan del pase en comisión, hacen honor al organismo de origen y al que hoy le dedican sus esfuerzos.  Esa es la generalidad del uso que se da al mecanismo.

            Sin embargo, con el pasar de los tiempos, mucho han evolucionado aquellos que siempre están a la pesca de algún ardid con tal de sacar alguna ventaja no del todo santa.  Y el pase en comisión se ha transformado en un verdadero mecanismo perverso, que permite que centenas de inescrupulosos pasen a cobrar sueldos para efectivamente no trabajar.   

            Lo que pudimos observar  en el programa de Canal 4, fue apenas una muy ínfima muestra del mucho daño que puede hacer a las arcas del Estado, la utilización indiscriminada del mecanismo. A las arcas y a la ética política, que cada vez  decae más en la consideración de la gente y obviamente con motivos de sobra.

Para aquellos que no lo pudieron ver, el programa evidenció la buena vida que se da, un matrimonio identificado con nombres ficticios (o al menos incompletos), que desde hace más de treinta años se dedica lisa y llanamente a “currar” cobrando sueldos sin trabajar, prendidos de la oreja de algún político colorado.  Como riverense, me duele que el organismo donde actualmente revisten funciones, sea justamente la Intendencia de Rivera.  Me duele y me molesta escuchar al Secretario General Abilio Briz, indignándose con la pregunta de la periodista y advirtiendo que a los funcionarios “ñoquis”, no se les exigirá el cumplimiento de horario. 

            Ahora bien. A no creer que festejo la emisión del programa porque pone en evidencia al Partido Colorado, a la Intendencia de Rivera, a Abilio Briz o a Marne Osorio.  Lo festejo, porque esto, sin dudas, será un tirón de orejas que hará que muchos pongan sus barbas en remojo.  De todos los partidos políticos.  Porque no soy de los que hacen gárgaras de dignidad cuando le toca perder al adversario.  En esto, no hay partidos inmunes.   Hemos sabido desde hace años, de dirigentes políticos de todos las colectividades, que siendo funcionarios públicos, tienen la posibilidad de dedicarse a “trabajar” como políticos.  Cobran su sueldo, pero al mismo tiempo gozan del pase en comisión con algún diputado o diputada, para vivir permanentemente en campaña proselitista.    

            Para quienes honesta y denodadamente hacen los mayores esfuerzos por dar cumplimiento a sus funciones, repartiéndose el escaso tiempo que tienen entre los respectivos trabajos, actividades comunitarias y que aún así le dedican tiempo a su actividad político-partidaria, esta suerte de competencia resulta francamente desleal y una batalla perdida de antemano.

            Ojalá algún día seamos capaces de exigir de nuestros dirigentes, un mínimo de decencia para que el pase en comisión cumpla únicamente los fines para los cuales fue creado.

           

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