CONFIRMADO: EL ÚLTIMO EDIL RENUNCIANTE CONSIGUIÓ UN EMPLEO EN LA INTENDENCIA

                Finalmente se confirmó.  El último edil (lo pongo con minúscula a propósito), que abandonó su puesto, al que accedió merced a la confianza que en él depositó parte de la ciudadanía, lo hizo ante el ofrecimiento de un cargo rentado.  Se trata del ciudadano Wilson Núñez de Moraes, electo por la lista 71 del Partido Nacional.  En lo personal me resulta asqueante la permanente práctica observada en el departamento de Rivera para repartir empleos a propios y extraños.  ASCO por quien compra y ASCO por quien se vende.  Y fundamentalmente ASCO por la cotidianeidad de hechos similares.

   Si vemos la nómina de ediles proclamados y la cotejamos con los hoy habilitados, veremos que hay muchas, demasiadas ausencias en el recinto del 1025 de calle Artigas. 

   Lo más triste de esto, es que generalmente salen de allí, no para ocupar un puesto honorario ni mucho menos.  Lo hacen generalmente para ocupar puestos creados especialmente para ellos como forma de pago por favores prestados.   O de lo contrario, para callarles su boca.  Es así como pudimos observar algunos cambios de actitud en los ex curules, que hacían presagiar que algo se estaba gestando.  Y así fue.   Hace algunos meses se trató de la dirigente Karina Navarro, quien a sabiendas que no lograría los votos suficientes como para ser electa por su lista propia, se las había ingeniado para conseguir un lugarcito en la sobreprotectora 2000.  Allí se mantuvo durante un año y pico entrando a sala de a 5 minutos, cediendo inmediatamente su lugar cuando algún dirigente de la 2000 se lo exigía.  Sus últimas actuaciones estuvieron caracterizadas por una catarata de asuntos entrados que aparentaban ser escritos incluso por el más férreo opositor.  Craso error de quienes pensaron de esa manera.  Como forma de frenar ese torrente de críticas, le ofrecieron el cargo de directora de la oficina de equidad y género, cosa que obviamente aceptó.  Si usted se pregunta como yo, si era necesaria la creación de esa oficina, yo le respondo con otra pregunta.  ¿Era necesariamente imprescindible la presencia a su frente, de la ex edil colorada Karina Navarro?

   Trasladémonos entonces a la situación del más reciente renunciante.  Wilson Núñez de Moraes comenzó su gestión ya de entrada mostrando una “independencia” de su partido, que anunciaba ya en aquellos momentos, que la cosa no terminaría bien.  O al menos no terminaría en las condiciones en que había comenzado.  Votando permanentemente alineado con la bancada del Partido Colorado y demostrando un pensamiento de ultra derecha, que quedó evidenciado en algunas de sus alocuciones, en las que no escatimó términos agraviantes para con el gobierno nacional y sus principales dirigentes.  Es el mismo ex edil que en ocasión de la re consideración de las compensaciones otorgadas a los alcaldes, ante la presión que le hiciera el Concejal por Vichadero Daniel Olivera, terminó acompañando la idea contraria a la que ostentaba la agrupación de gobierno departamental, a pesar de que algunos minutos antes, se daba por cierto que votaría una vez más con la 2000.  Es el mismo ex edil que algunas semanas atrás, se rasgaba las vestiduras fanfarroneando con su convicción de que el cargo de edil debe ser honorario.

  No es de extrañar su convicción, sobre todo viniendo de alguien que pensaba en poco tiempo más abandonar su puesto, traicionando a sus electores para venderse por un puestito en la intendencia y deberle así de por vida el favor a sus nuevos patrones colorados.

   Pero si faltaba algo para demostrar lo indigno de su proceder, queda la perlita que se diera a conocer en las últimas horas.  Según se dice, habría enviado una nota a un medio de comunicación en la que manifiesta que su renuncia obedece a que hasta ahora no ha sido visitado por dirigentes nacionales de su ex partido y que sin embargo recibió sí la visita del senador Tabaré Viera.  ¡Qué pobreza argumental!  Menos mal que no fue visitado por ningún dirigente frenteamplista, pues de lo contrario tal vez corriéramos el riesgo de que semejante personaje quisiera venirse con nosotros.  ¡Ah, no!  Ahora que lo recuerdo, no teníamos ningún empleo para ofrecerle.