lunes, 26 de septiembre de 2011

PERSONAS CON DISCAPACIDAD: ¿QUIEN SE HACE CARGO EN RIVERA?

Suele suceder que cuando se dialoga con alguien que no conoce pormenorizadamente Santa Isabel o sencillamente no tiene dificultades para locomoverse, el interlocutor hable de lo fantástico de la obra de la Avenida que une el centro de la ciudad con el barrio Santa Teresa. 
Obviamente esas personas hablan desde su experiencia de conducir algún tipo de vehículo por una avenida con carpeta asfáltica en condiciones más que aceptables.  De hecho, si se observa más allá de lo obvio, se puede advertir una cantidad importante de falencias que nos dejó la obra que se considera como la más importante de los dos gobiernos de Tabaré Viera.
Lo cierto es que una vez pasado el enamoramiento de los primeros tiempos, los vecinos empezaron a darse cuenta de todo lo que realmente acompañaba la construcción de la nueva avenida y que a primera vista no habían percibido. 
Un reconocido técnico forestal, me hacía ver el verdadero atentado que se había cometido contra especies arbóreas que fueron aniquiladas para construir lo que según él, era una calle con características de ruta nacional para “unir nada con ningún lugar”.  El profesional me decía que no entendía cuál había sido el real objetivo de esa colosal obra que culminaba de manera abrupta en el antiguo puesto policial de Santa Teresa, demostrando que no apuntaba a la forestación.  Tampoco a los vecinos de más allá de la bifurcación frente al ex puesto policial.
Otro vecino, me decía que nunca antes había tenido inconvenientes con lluvias, por más copiosas que fueran éstas.  Pero que sin embargo ahora, cuando llueve mucho, el agua entra por el frente de su casa y sale por el fondo, debido a que el sistema de desagote de pluviales aparentemente no es suficiente para evacuar el caudal de lluvias fuertes y se desborda del terraplén inundando las casas a su lado.
Y el colmo de la estupidez de aquellos que a cara de perro, se niegan a aceptar que sus opiniones no siempre son las más acertadas. En lugar de construir veredas, hicieron camineros a ambos lados, pero con tan poca previsión y respeto por las personas portadoras de discapacidades o sencillamente por madres que pretendan empujar un cochecito de bebés, que a cada pocos metros, le hicieron la entrada para automóvil a todo y cualquier vecino que lo solicitara, tuviera o no vehículo, dejando de esta manera un caminero que lo hace intransitable en silla de ruedas.
La permanente preocupación que al respecto tengo y que fuera objeto de algún que otro trámite más, que como  tantos otros cayera en saco roto por la “burrocracia”  municipal, hizo con que no me fuera indiferente su transitar.
Los vi en uno de los tantos viajes que hago cotidianamente desde mi Santa Isabel al centro de la ciudad.  Inmediatamente llamaron mi atención   no solo porque es notorio cuando se observa a alguien en una silla de ruedas por plena calle, sino también porque estaba seguro de no haberlos visto aún por el barrio.  No lo dudé.  Emprendí el retorno y me detuve.  Los detuve.  Don Militino Suárez (así se llama el señor), buscaba una casa para alquilar pues dice sentir un  aprecio especial por Santa Isabel.
Al igual que otras personas que habitualmente son vistas por plena Avenida Italia empujando sillas de ruedas, don Militino me contó que es muy difícil vivir en una ciudad que no está preparada para atender de igual manera a las personas portadoras de discapacidad.  Luego de una breve charla me invitó a visitarlo en la habitación que alquila en una pensión de la ciudad, invitación que acepté y que concreté al día siguiente.  Allí establecí un agradable diálogo con él y su esposa, doña Neusa.  Algunas partes del mismo, están grabadas al pié de esta nota por lo que los invito a ver y escuchar algo de la experiencia de este matrimonio compatriota que merece una mejor vida que la que hoy tiene.
Es difícil, al escuchar a don Militino, entender cómo desde la Intendencia lograron persuadir a la Embajada de Japón para que ésta donara el Expreso Especial.  Un vehículo que habitualmente pasea vacío por la ciudad y en algunas ocasiones parando en cualquier calle cuando ve a alguna mamá con su prole para ofrecerle un tiraje gratis.  Total…ya que vamos para aquel lado…y no llevamos a nadie más…
Disimulando su incapacidad para hacer de ésta una ciudad accesible a todos, ofrecen este bochornoso paliativo que lo único que hace es discriminar aún más.  Es “el ómnibus de los discapacitados” según el sentir colectivo.  Opinión ésta que algún día me fuera transmitida también por el mismísimo encargado de la oficina específica de la Intendencia, aunque el pasar del tiempo le haya hecho “aggiornar” el pensamiento al respecto.
 Desde mi humilde condición de ciudadano y de mero segundo suplente de Edil, cosa que no vayan a pensar que ayuda en algo, estaré golpeando algunas puertas.
 Entre otras cosas, intentando que la próxima obra faraónica prevista, la avenida Presidente Giró, no reúna los mismos gruesos errores que nos dejaron en Santa Isabel.
  Si se logra algún resultado, mejor.  Si no se logra, al menos habré hecho el intento.

Militino y Neuza  (Parte 1)




Militino y Neuza  (Parte 2)

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